La ley de la conservación de la energía constituye el primer principio de la termodinámica y afirma que
la cantidad total de energía en cualquier sistema
físico aislado (sin interacción con ningún otro sistema) permanece
invariable con el tiempo, aunque dicha energía puede transformarse en otra
forma de energía. En resumen, la ley de la conservación de la energía afirma
que la energía no puede crearse ni destruirse, sólo se puede cambiar de una
forma a otra, por ejemplo, cuando la energía eléctrica se transforma en energía
calorífica en un calefactor. Dicho de otra forma: la energía puede transformarse de
una forma a otra o transferirse de un cuerpo a otro, pero en su conjunto
permanece estable (o constante).
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Sistema mecánico en el cual se conserva la
energía, para choque
perfectamente elástico y ausencia de rozamiento.
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Dentro de los sistemas termodinámicos, una
consecuencia de la ley de
conservación de la energía es la
llamada primera ley de la termodinámica, la cual establece que, al
suministrar una determinada cantidad de energía
térmica (Q) a un sistema, esta cantidad de energía será
igual a la diferencia del incremento de la energía
interna del sistema (ΔU)
menos el trabajo (W) efectuado por el sistema
sobre sus alrededores:
∆ᵁ= Q - W
Aunque la energía no se pierde,
se degrada de acuerdo con la segunda
ley de la termodinámica. En un proceso irreversible, la entropía de un sistema aislado aumenta y no es
posible devolverlo al estado
termodinámico físico anterior.
Así un sistema físico aislado puede cambiar su estado a otro con la misma
energía pero con dicha energía en una forma menos aprovechable. Por ejemplo, un
movimiento con fricción es un proceso irreversible por el cual
se convierte energía mecánica en energía
térmica. Esa energía térmica no puede convertirse en su totalidad en energía
mecánica de nuevo ya que, como el proceso opuesto no es espontáneo, es
necesario aportar energía extra para que se produzca en el sentido contrario.
Desde
un punto de vista cotidiano, las máquinas y los procesos desarrollados por el
hombre funcionan con un rendimiento menor al 100%, lo que se traduce en
pérdidas de energía y por lo tanto también de recursos económicos o materiales.
Como se decía anteriormente, esto no debe interpretarse como un incumplimiento
del principio enunciado sino como una transformación "irremediable"
de la energía.
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